¿Quién puede rebatir a Andy Warhol cuando dice que “hacer dinero es arte”? ¿O a Marcel Duchamp cuando planta un urinario sobre una peana y lo presenta como una obra de arte? O los animales disecados de Damien Hirst, o la mierda de artista envasada de Piero Manzoni… Sergio se ha hecho con una codiciada pintura para su particular colección. El problema es que donde él ve una muestra sublime de arte contemporáneo, Marcos advierte un simple lienzo en blanco mientras Iván le resta importancia a la polémica.
Marcos, Sergio e Iván, el trío protagonista de Arte, podrían ser amigos desde sus tiempos de instituto, cuando la vida se desplegaba ante ellos como la tierra prometida. Luego la realidad se ha encargado de enfrentarles a la “dinámica intrínseca de la evolución”, como le espeta Sergio a Marcos en un intento de explicarle el sino cambiante de los tiempos. Cambian las personas, cambia su forma de relacionarse con el mundo, con sus amigos y, como no podía ser de otra manera, cambia la forma de contemplar y expresar el arte. ¿Qué otra cosa es tan constante en la naturaleza del ser humano como el cambio?
Desde su estreno, Arte se ha convertido en una de las piezas teatrales más representadas en todo el mundo. Es una divertida comedia que contiene en su interior una dosis nada desdeñable de veneno. El mismo veneno que Molière utilizaba en sus obras para construir mecanismos cómicos por momentos delirantes pero trufados de cierta melancolía, cierta negrura sobre la condición del ser humano.
No es de extrañar que Miguel del Arco haya escogido este texto de Yasmina Reza, autora clave a la hora de entender la dramaturgia francesa contemporánea, para su nueva incursión en la comedia. A través del humor, Reza utiliza dos temas de calado, la amistad y la expresión artística, para tomarle el pulso a una sociedad en la que parece más importante tener muchos amigos virtuales que pocos de verdad, o que una obra de arte sea más valiosa por su precio que por la emoción que suscita su contemplación.
Con el estilo cáustico y descarnado que le caracteriza, la autora cuestiona el arte, la amistad, el éxito y lo subjetivo de nuestra mirada. Y no se anda por las ramas. Dispara a bocajarro y consigue mantener hasta el final la velocidad de sus descargas, tan solo interrumpidas por las risas. En palabras del propio Del Arco: “Solo espero que las representaciones de Arte en El Pavón Teatro Kamikaze produzcan cosas parecidas a lo que ha sucedido a diario en los ensayos: reflexiones, pensamientos compartidos, confesiones, animadísimas conversaciones y, sobre todo y fundamentalmente, grandes y enormes carcajadas. Debería ser obligatorio reírse a carcajadas y en compañía al menos tres veces al día. Arte está especialmente indicada para ello”.