Esta es la primera vez que Pablo Remón (Los mariachis, El tratamiento, 40 años de paz) dirige un texto no escrito por él. Y ha elegido a Lorca, nada más y nada menos. Y de Lorca ha optado por Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, una de sus últimas obras, escrita en 1935, que cuenta la historia de una mujer provinciana que se promete con su primo, que tiene que emigrar a Argentina. Ella le espera, sin más. «Parece que no pasa nada –dice Pablo Remón–, pero lo que pasa es el tiempo».
Lo que vamos a ver en el montaje de Remón es una versión libre, una versión anotada, como reza el título, una destilación en la que el director carga las tintas precisamente sobre ese tiempo suspendido y ese aroma de España de provincias a la hora de la siesta, esa España mesetaria que tan bien conoce. «Es una especie de cara B de las tragedias lorquianas canónicas, donde el antagonista es el tiempo, donde se ve cómo el tiempo va arrasando un poco los ideales de juventud».
Otra de las características de esta tentativa está en la reducción de personajes y en la interpretación de varios de ellos por parte de tres únicos actores: Francesco Carril, Fernanda Orazi y Antonia Paso. Rosita será Fernanda Orazi. Enfrente, todos los personajes masculinos de la obra serán interpretados por Francesco Carril. La obra, según Remón, «es una versión libre, muy libre, que al mismo tiempo me parece que conserva la esencia de la obra de Lorca. También es una lectura de la obra original, mi lectura. Cuenta la obra y al mismo tiempo cuenta mi relación con la obra».
Remón ha encontrado un hilo profundo en común con Lorca, ya que el poeta escribió sobre una España de finales del siglo XIX, la España de su niñez, y a Remón este aire provinciano le conecta con su propia infancia. Ese costumbrismo llevado al extremo, esa especie de comedia dramática, puede parecer tan chejoviana como pinteriana, reflejo de que Lorca es un puente perfecto entre el autor de Tío Vania y Pinter.