En la transcripción del juicio a Juana de Arco cuando le preguntan cómo sabía que era la voz de San Miguel la que escuchaba, contesta:
“- Porque tenía voz de ángel.
– ¿Cómo sabe usted que era una voz de ángel?
– Porque tuve la voluntad de creerlo.”
Desde que leí esta última frase, me acompaña como una definición posible del teatro y del funcionamiento de la creencia. ¿Qué relación hay entre voluntad y fe? ¿Qué hace que algo sea verosímil? ¿Qué papel ocupa el deseo de creer, en la sugestión?
Después de dedicarnos a escuchar canciones para la creación de nuestra última obra, pondremos ahora nuestra atención en la creencia. Y así como en el trabajo anterior dialogamos con “Las tres hermanas” y la dramaturgia de Chéjov, esta vez serán “Ordet” (“La palabra”) de Kaj Munk y su versión fílmica de Dreyer, los materiales de los que nos serviremos como punto de partida para nuestra ficción.
Como en “Ordet” habrá muerte y resurrección. Y sobre todo el deseo de jugar con la percepción del espectador de modo que la propia función sea una puesta a prueba de su fe.
Demasiadas veces se ha dicho que el teatro es mentira.
Vamos a intentar decir otra cosa.
Pablo Messiez