El casamiento engañoso de Miguel de Cervantes está invadido por el polvo que le pega zarpazos al tiempo, el aire irrespirable de aquello que pudo haber sido y no fue. La peripecia del zarandeado alférez Campuzano convoca a la soledad del vaquero en el desierto. Al principio de la novela lo conocemos loco y solo, pero Cervantes nos viaja a aquel momento en que lo tuvo todo para, poco después, todo perderlo. Hoy no le queda, nada le basta, hoy sólo habla y escucha a los perros.
En esta novela ejemplar (prólogo de la fantástica El coloquio de los perros) se abre paso una historia de puro sabor fronterizo. El paso aterrador entre la cordura y la locura, un embaucador estafado, clásico personaje de western, que vino a timar y terminó con la lección aprendida pero sin poder aplicar la moraleja a nada más que su tristeza. Abandona toda esperanza si entras aquí, Campuzano. Su orgullo, su ostentación en lo castrense y una chulería rampante, finalmente, serán su perdición. Hay una fantástica película de vaqueros en El casamiento engañoso, el destino por pistolero, y el tabaco mascado se escupe sobre una sola diana, el rostro del alférez Campuzano. Llevar lo áspero de la frontera hasta nuestros días, viajar a la locura, hablar con los animales… Una aventura demasiado suculenta como para decir que no.
Todos estos ingredientes son los que hoy componen esta traslación contemporánea de El casamiento engañoso de Miguel de Cervantes titulada Perra vida, que fue ganadora del Premio Almagro Off 2016 y que ha sido calificada por la crítica como “un montaje extraordinario”.